Hace más de un siglo, los gestores de la planificación urbana de Bilbao proyectaron este plano enumerando las manzanas del Ensanche, que en su mayor parte estaba aún sin edificar.
Casi cien años después, todas las manzanas que aparecen en este plano están ocupadas por edificios. En ese tiempo de acelerado crecimiento, los gestores municipales no se preguntaron por la necesidad de alternar el cemento con espacios verdes. Hasta hace relativamente pocos años no se hablaba de contaminación, de ciudades amables y de otras muchas consideraciones que hoy sí se tienen en cuenta en todos los países con cierto nivel de bienestar y cultura.
Entre las manzanas 20-21-22-24-25-26-29-30-31-32-35-36-37-38-45 no hay más que un espacio triangular, la Plaza de Jado (bajo la palabra «Colón» en el mapa), que contiene árboles para absorber la contaminación, un lugar para que las niñas y niños puedan jugar y bancos para que la vecindad pueda disfrutar y descansar al aire libre
Actualmente sólo hay una pequeña parcela sin construir (marcada en color verde en este plano). Se trata del patio de recreo de la antigua Escuela de Magisterio BAM, perteneciente a la Diócesis de Bilbao. Casualmente, ese espacio libre de edificaciones se encuentra frente al único Colegio Público del barrio de Abando que, por cierto, tiene unos espacios de recreo muy reducidos.
No hace falta que les expliquemos lo que está proyectado para ocupar esa parcela. Si el proyecto se ejecuta, ese pequeño espacio dentro de la antigua manzana 31 dejará de ser la última oportunidad de disfrutar de un parque de proximidad para el entorno vecinal y para las niñas y niños del Colegio Cervantes.
Estamos en un momento difícil de la Historia de la Humanidad. Esta pandemia está dañando en todos los frentes. Por favor, saquemos conclusiones inteligentes y con proyección de futuro. No pensemos solamente en los costes económicos, pensemos en algo más importante: Ayudar a salvaguardar la salud y el bienestar de la vecindad, una ciudadanía que ha depositado su confianza y sus impuestos en gestores que deben velar por el bien común.
Llevamos ya tres años pidiendo por todos los medios y a todos los estamentos gubernamentales, que se replanteen revertir los planes que, desafortunadamente, han devenido en la peor solución posible para ese trocito de verde. El trato que hemos recibido ha transitado entre el ninguneo y la negación de toda posibilidad de cambio de planes, incluyendo la falta de consideración sobre la salud del alumnado del Colegio vecino.
Ustedes firmaron en junio de 2018 un documento que decía: “Estamos ante un nuevo contexto de movilidad urbana donde el coche no tiene preferencia; cambio que abre un gran abanico de nuevas posibilidades de convivencia y disfrute y el descubrimiento de nuevos espacios y la posibilidad de interactuar entre la ciudadanía…”. Mientras decían esto, cambiaron la calificación del único terreno libre de Abando y están dispuestos a dar luz verde a la construcción de una Clínica que implica tráfico de ambulancias, visitas, etc. Y ello, en medio de tres de las calles más estrechas de la zona. Hay que leer el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) y actuar en consecuencia. No vendamos una ciudad amable y atractiva sólo para que venga el turismo o el Tour de 2023.
Recuerden que la alcaldesa Careaga quiso derribar la Alhóndiga para construir casas. Gracias a la insistencia de la ciudadanía, hoy tenemos Azkuna Zentroa. Al igual que sucedió entonces, ahora se nos presenta la oportunidad de dejar a las siguientes generaciones una pequeña zona verde que ayude a combatir la contaminación, mejore el bienestar emocional y físico y la conciencia medioambiental de la ciudadanía. Todavía están a tiempo de revertir las cosas. Cualquier excusa es menos importante que el bien común.