Este artículo se publicó en la revista Hiritarrok de la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbao en su número de noviembre de 2025.

Charla entre vecinos
—Supongo que ya te habrás enterado: el Ayuntamiento ha declarado la caducidad, así que el Obispado no puede continuar con las obras. Y encima les obligan a dejar la parcela como estaba.
—¿Volver a poner las palmeras y todo? —dice con media sonrisa.
—No, hombre, quitar la valla, tapar el agujero y dejar el entorno medio decente. Se acaba el plazo en diciembre. Los vecinos han puesto una cuenta atrás en la valla: quedan 46 días.
—Me da a mi que el Obispado no va a mover un dedo… —con cara de “ya veremos”.
—Puede ser, pero si no lo hace les caerá una multa y el Ayuntamiento podría hacerlo por su cuenta cobrándoselo a la iglesia.
—Eso habrá que verlo. De todas formas, oí que la diócesis y el concejal de urbanismo decían que no pasaba nada, que es un mero trámite, que buscarían otra constructora, pedirían otra licencia y listo.
—Sí, claro… tú encuentra una constructora por ese precio. No es tan fácil. Además, les llevó años conseguir la licencia, y cuando por fin se la dieron, los técnicos detectaron cambios sustanciales en el proyecto y tardaron meses en dejarles empezar.
—Ah, no sabía. Anda, ahora que lo pienso, de lo que no se librarán es de pagar dos veces los impuestos de las obras.
—Justo pensé eso. Y que no sería barato. Pero acabamos de descubrir que el Obispado todavía no ha soltado un euro. Que el Ayuntamiento ni siquiera les ha pasado los recibos ¡vaya chollo! Yo también quiero ser obispo.
—¿De cuánto estamos hablando?
—A ver, para una obra de 16 millones y pico, entre las tasas e impuestos les saldría por más de un millón. Pero como hicieron el truquele del “faseado”…
—¿El fase… qué? —de nuevo sonriéndose.
—Pues nada, que parece que trocearon la obra en dos para no tener que pagar todos los impuestos de golpe. Bueno, no dijeron que fuera para eso, pero ahora canta. Alegaron que lo hacían por cambios en la fachada y en el sistema de ventilación. Presentaron solamente el proyecto de ejecución bajo rasante. Del resto del proyecto nunca más se supo. El Ayuntamiento nunca lo reclamó. Al final nunca les llegaron a cobrar ni las tasas ni los impuestos de ninguna de las fases.
—Estos se saben todos los trucos, ya ves.
—¿El Obispado o el Ayuntamiento?
[Completa el diálogo. Usa los links si necesitas más información. Se ponen a hablar sobre el dinero que ha ganado el Obispado en esta operación. El personaje más informado menciona: los 11,4 millones de € que Mutualia abonó en “en unidad de acto con el otorgamiento de la Escritura de Compraventa” según las cuentas anuales de Mutualia; los 11,3 millones que el Obispado cobró tras “ejecutar formalmente todos los seguros de caución” porque Murias no completó el edificio a tiempo, según el informe de auditoría del Obispado. En el intercambio de opiniones, con un lenguaje coloquial, se da a entender que la operación le ha salido redonda al obispado, aunque se haya quedado sin edificio y la escuela BAM haya acabado en el seminario de Derio. ,ntroduce algún hecho circunstancial en la conversación].
De viviendas a una clínica, historia resumida de un pelotazo

Esta es la historia de un pelotazo urbanístico en el barrio de Abando. El Obispado de la Iglesia Católica de Bilbao ha conseguido un importante beneficio económico con esta operación inmobiliaria pese a no haber edificado su proyecto clínico-obispal. En el proceso derribó su propio edificio —el antiguo colegio de carmelitas reconvertido a escuela de magisterio BAM y rehabilitado pocos años antes— y tiene ahora un solar a medio excavar cuya licencia de construcción ha caducado. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
En el principio intentó el Obispado construir un bloque de viviendas en la polémica parcela (2017). Como no consiguió que se la recalificaran para uso residencial, consiguió en tiempo récord que el ayuntamiento le cambiara el uso del suelo a equipamental, alegando que albergaría su sede diocesana (2018). Días después de las elecciones municipales de 2019, anunció que una clínica de Mutualia era parte de la operación urbanística de la mano de la constructora Murias.
Según explicaban entonces, el Obispado hacía una permuta de casi la mitad de la parcela a cambio de su parte del edificio, pero en 2022 la mutua pagó 11,4 millones al Obispado por su futura clínica. Los contratos en el triángulo Obispado-Mutualia-Muria no son públicos, así que lo que se conoce lo que dejan entrever sus memorias anuales. La constructora quebró y Mutualia le exige 5,7 millones por no haber cumplido con los plazos de construcción. El obispado, por su parte, obtuvo 11,3 millones, al cobrar los avales del seguro de caución de Murias tras la ralentización y paralización definitiva de las obras.
El vecindario, agrupado en la asociación vecinal Abando Habitable, junto con otras organizaciones amigas, ha seguido presionando en las calles y en los juzgados. intenta que esta última oportunidad de conseguir un espacio de proximidad en el barrio siga viva. Desde el principio les dijeron que era imposible, que estaba todo “atado y bien atado”, pero aquí siguen, seis años después no hay edificio y todavía quedan esperanzas.
El Obispado no cumple…
Los tres años de plazo de la licencia que tenía el Obispado para realizar las obras del proyecto clínico-obispal en Abando expiraron en diciembre de 2024. El Ayuntamientotardó nueve meses adicionales, hasta este septiembre de 2025, en declarar oficialmente caducada la licencia de obras.
Según la resolución municipal, el 15 de diciembre es la fecha límite en la que el Obispado reponga la urbanización de la parcela a su estado original. Esto incluye retirar las vallas de obra y construir una nueva en los límites de la parcela y rellenar la excavación para dar estabilidad a las aceras colindantes. Si no lo hace a tiempo, el Ayuntamiento impondrá multa y podría actuar de oficio ejecutando las obras necesarias repercutiendo el coste al Obispado.
La valla de la obra se ha convertido en las últimas semanas en una cuenta atrás gigante que recuerda día a día al barrio el tiempo restante: “Obispado, faltan 45 días para cumplir”. La asociación vecinal Abando Habitable ha convocado además una concentración de protesta el 11 de diciembre junto a la parcela para exigir que el Obispado cumpla la resolución municipal. Si no lo hace, exige que el Ayuntamiento intervenga para garantizar el cumplimiento de la legalidad. De producirse la retirada de la valla en diciembre, el Obispado habría ocupado irregularmente las aceras colindantes durante casi un año, ante la inacción del consistorio.
… y no paga
Se ha sabido recientemente que el Ayuntamiento no cobró al Obispado ni el impuesto ni la tasa correspondientes a la licencia de obras, según reconoció por escrito el concejal delegado de Urbanismo, Asier Abaunza, en una respuesta por escrito al Pleno municipal.
Toda obra debe abonar un Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), que supone un 5% del presupuesto de ejecución material que debe pagarse “en el momento de iniciarse la construcción”, según la ordenanza fiscal que lo regula. Para esta obra, con un presupuesto de 16,4 millones, el ICIO ascendería a unos 820.000€ que el Ayuntamiento decidió no girar al Obispado.
Del mismo modo, la tasa por prestación de servicios de obras, según otra ordenanza fiscal 7, se debe abonar “cuando se inicia la prestación del servicio”. En este caso supondría un desembolso de 582.000€. En su escrito, el concejal Abaunza señala que al Obispado le correspondería pagar el 50% de esta cantidad, según las tarifas contenidas en esta ordenanza. Sin embargo, esta normativa indica que esta reducción a la mitad solo procede cuando “la obra no se hubiese iniciado”, y en esta parcela la excavación y construcción de pantallas contenedoras comenzó en septiembre de 2023.
En resumen, el Obispado debería haber pagado en torno a 1,4 millones sumando el impuesto y la tasa cuando se le concedió la licencia, pero el consistorio no se lo reclamó. Al Área de Urbanismo, casi 4 años después de aprobada la licencia, no le ha dado tiempo a hacer las cuentas ni girar factura, incluso una vez la licencia ha caducado. Las excusas que esgrime —el faseado de la obra y porque “se estaban contestando numerosos escritos y recursos de asociaciones vecinales que podían alterar los importes finales”— no son creíbles. Este aparente trato de favor al Obispado y Mutualia, los propietarios, causa indignación.
El Obispado justificó el faseado de la obra en dos fases para no retrasar el comienzo de las obras por cambios en el diseño de la fachada y en el sistema de ventilación. Solo presentó la fase 1, correspondiente al proyecto de ejecución de la estructura bajo rasante. De la fase 2, que debía incluir al resto del edificio, no volveió a saberse nada y el Ayuntamiento nunca la reclamó. A la vista de los hechos, todo apunta a que este faseado fue una estratagema para eludir el pago de una parte de la tasa y el impuesto, que finalmente nunca llegaron a cobrarse, ni por fases ni en su conjunto.
Si al Obispado le sale gratis pedir la licencia, se entienden mejor ahora las declaraciones del Obispado y Abaunza en prensa en las que dejaban ver que bastaba con pedir una nueva para reanudar la construcción.
Desde la asociación vecinal Abando Habitable mantenemos nuestra determinación de seguir defendiendo la creación de un espacio verde y de proximidad en la última parcela sin edificar del barrio. Es necesaria voluntad política del gobierno municipal y la oposición para explorar posibles soluciones, entre ellas una permuta del terreno o un uso temporal.
Os convocamos a una concentración de protesta para el 11 de diciembre por la tarde, junto a la parcela, con el fin de exigir que el Obispado cumpla la resolución municipal que le ordena restituir la urbanización original de la parcela. Si no lo hace, exigimos al Ayuntamiento que intervenga para garantizar el cumplimiento de la legalidad.
Abando Habitable. Bilbao, a 31 de octubre de 2025.

